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La leyenda de las brujas de Zugarramurdi

La leyenda de las brujas de Zugarramurdi

Entorno a un pequeño pueblo de la comunidad Foral de Navarra existe una leyenda llamada las brujas de Zugarramurdi. La historia data de principios del siglo XVII y está relacionada con la práctica de brujería satánica o magia negra.   

Ese evento tuvo tanta repercusión que provocó el nacimiento de una leyenda y que ese lugar fuese denominado “El Salem español” o “Zugarramurdi, el pueblo de las brujas”. En el año 2013 hasta salió una película en Netflix que relata todo lo sucedido.

A continuación, te mostramos más detalles de uno de los casos más populares de la historia de la brujería vasca y de todo el país como lo fue el de las brujas de Zugarramurdi.

La leyenda de las brujas de Zugarramurdi

En los inicios del siglo XVII, específicamente en 1608 llegó a la aldea Zugarramurdi la joven María de Ximildegui a trabajar como criada. Era un lugar de pocos habitantes quienes vivían de la ganadería y la agricultura. Lo que nadie imaginaba es que esa visita cambiaría el destino del pueblo.

María tenía 20 años y venía desde Labort, huyendo de la persecución del rey francés Enrique IV quien estaba en contra de las brujas de la región. En ese territorio del país Vasco había escuchado sobre esa práctica y se interesó tanto que se convirtió en parte de ellas por 18 meses.

Al llegar a Zugarramurdi contó que había participado en reuniones nocturnas de brujos o aquelarres y toda la experiencia que había vivido. En uno de los relatos dijo que había visto en esos grupos a María de Jereteguía, vecina del pueblo.

Cuando María de Jereteguía se enteró dijo enojada que ella no era bruja y que la francesa le estaba levantando falsos testimonios. Por más que intentaba convencer a los vecinos de que ese comentario era falso nadie le creyó, hasta el marido y los familiares le reclamaron.

Esta situación hizo que María de Jereteguía confesara que desde niña era bruja y su tía María Chipía de Barrenetxea fue su maestra. Debido a que se sintió presionada por otras brujas para que regresara a los aquelarres reveló los nombres de otras personas que realizan esa práctica.

Al final, 7 mujeres y 3 hombres realizaron una confesión pública en la iglesia parroquial, se arrepintieron de sus pecados y fueron perdonados por los vecinos.

La situación que se estaba presentando en Zugarramurdi llegó a oídos del Tribunal de la Inquisición de Logroño y se envió una comisión los primeros días del mes de enero de 1609 para constatar lo que sucedía.

Luego de recabar información unos días, el 12 de enero el comisario y dos inquisidores del tribunal enviaron un escrito en donde se ordena la detención de cuatro de las brujas que habían confesado realizar esa práctica.

Procedieron a la encarcelación de las 4 mujeres en la prisión secreta de la Inquisición de Logroño y las sometieron a un fuerte interrogatorio con torturas hasta que confesaron que eran brujas.

El 9 de febrero los vecinos de Zugarramurdi decidieron tomar cartas en el asunto y acudieron ante el Tribunal de Logroño. Llegaron con un traductor a dar su testimonio en pro de ayudar a las mujeres.

El traductor no hizo bien su trabajo ya que lo hizo como si fuese una especie de confesión testificando que eran brujas. La Inquisición ante este testimonio procedió a encarcelarlos.

El 13 de febrero los inquisidores enviaron una carta al Consejo de la Suprema Inquisición en Madrid donde plasmaron todo lo que habían investigado de una forma muy subjetiva. La repuesta a esa carta llegó el 11 de marzo.

La Suprema instó al comisario e inquisidores a determinar la veracidad de los hechos y enviaron un cuestionario de 14 preguntas que permitiría corroborar si lo que decían las brujas era verdad o no.

Debido a que los inquisidores creían en la historia de las brujas, hicieron caso omiso a la información que recibieron de los carceleros quienes habían escuchado a las mujeres decir que se declararon brujas, aunque no lo eran porque pensaban que así podían salir antes de prisión.

Luego de 5 meses de interrogatorios las acusadas fueron confesando, dieron nombres de otros brujos y un listado de niños que participaban en los aquelarres. El obispo de Pamplona también visitó el pueblo y quedó impresionado de todas las historias que escuchó, aunque ante sus ojos no lo consideraba un delito.

En junio de 1610 los inquisidores del tribunal de Logroño acordaron la sentencia de culpabilidad de veintinueve de los acusados. Uno de los inquisidores votó en contra de la condena ya que no había participado en los interrogatorios.

El auto de fe fue celebrado en la ciudad los días 7 y 8 de noviembre de 1610. Se congregaron aproximadamente 30.000 personas. La decisión fue la siguiente: 18 personas fueron reconciliadas porque confesaron sus culpas y apelaron a la misericordia del tribunal. Las 6 que se resistieron fueron quemadas vivas y 5 en efigie porque ya habían muerto.

Este caso se convirtió en el proceso más grave en contra de la brujería por parte de la Inquisición española. La dureza de la pena no ha tenido precedente en la historia.

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